Violación psiquiátrica: El asalto a las mujeres y niños

Debe haber pocas experiencias más amargas que las de las desesperadas víctimas que aceptan ayuda para luego ser traicionadas por su “benefactor”.

Imagínese a una niña de siete años de edad que la llevan a ver a un psiquiatra o a un psicólogo para recibir ayuda con respecto a problemas emocionales relacionados con el incesto. Supongamos que el especialista también abusa sexualmente de la niña durante la “terapia”. ¿Cuál sería la conmoción emocional sufrida por esta trágica víctima?

Tal despreciable traición, después de una grave crisis personal, sólo puede sobrecargar a la víctima con mayor inestabilidad y cicatrices emocionales.

Además, es una crítica que condena a los “profesionales” a quienes se les ha confiado la tarea de ayudar a personas que son en extremo emocionalmente frágiles.

El 31 de octubre de 2002, el psicoterapeuta francés Jean-Pierre Tremel, fue sentenciado a 10 años de prisión por violar y abusar sexualmente de dos jóvenes pacientes que el tribunal reconoció como extremadamente vulnerables. Tremel, de 52 años, alegó que su “tratamiento” se basaba en una “tradición Oriental” en la cual “hombres mayores introducen a las jóvenes a prácticas sexuales”.

Tal “tratamiento” nunca ha ayudado. Es una repugnante traición disfrazada de ayuda, y es algo que sucede con frecuencia en la industria de la salud mental:

  • Por estadística, una mujer tiene más riesgo de ser violada estando en el diván de un psiquiatra que cuando sale a correr por un parque por la noche.
  • En un estudio británico sobre contacto sexual entre terapeuta y paciente entre psicólogos, el 25% informó haber tratado a un paciente que había estado involucrado sexualmente con otro terapeuta.
  • Un estudio realizado en el 2001, encontró que uno de cada veinte clientes que había sido abusado sexualmente por su terapeuta era menor de edad, la edad promedio era de 7 años en las niñas y de 12 años en los niños. El niño más pequeño tenía tres años.

Aunque la compasión, el sentido común y la decencia declaran que el abuso sexual de los pacientes es un acto criminal muy serio, los psiquiatras y psicólogos se esfuerzan por minimizarlo, incluso cuando las víctimas son niños. Al combinar los diagnósticos inventados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) con argumentos sutiles pero perversos, o incluso con flagrantes mentiras, se esfuerzan por eliminar el carácter criminal del abuso a pacientes, mujeres y niños.

Mientras tanto, los organismos que otorgan licencias en el campo de la salud mental rara vez asignan algo más que una palmadita en la mano: la revocación temporal de la licencia y la imputación del cargo de “mal comportamiento profesional”.

  • En 2003, la junta examinadora del colegio de psicólogos del estado de Colorado canceló la licencia del Dr. John Dicke, cuyo tratamiento para un niño de cinco años de edad incluía el uso de juguetes sexuales. Según el padre del niño, a su hijo “se le desnudó, se le torturó, se le amarró, se abusó de él verbal y sexualmente, se le lavó el cerebro y se le aterrorizó con un objeto en forma de pene” durante la supuesta terapia.
  • En 1989, el Dr. Paul A. Walters, psiquiatra encargado de la salud de los estudiantes en la Universidad de Stanford, California, que antes había sido jefe de los servicios de salud en la división de salud mental de la Universidad de Harvard, fue obligado a renunciar después de que se alegó que había tenido “relaciones sexuales frecuentes” con una paciente. La mujer, que había sido víctima de abuso sexual siendo niña, recibió más de 200.000 dólares en un convenio fuera de los tribunales. Dijo que Walters la había usado para que practicara sexo oral con él, “en ocasiones hasta en dos de cada tres sesiones de análisis psiquiátrico por semana”.

Sin embargo, se han presentado cargos criminales contra algunos psiquiatras y se les ha declarado culpables.

  • James Harrington White, un psiquiatra de Orange County, California, fue declarado culpable de sodomía impuesta contra un paciente masculino. Después de una investigación realizada por la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos (CCHR), se descubrió que White drogaba a los jóvenes y grababa videos cuando tenía relaciones sexuales con ellos. White fue condenado a prisión por casi 7 años.

Ningún médico, organización social o miembro de una familia debería entregar a una persona a sufrir los “tratamientos” de salud mental que se hacen pasar como terapia hoy en día.

Esta publicación es parte de una serie de informes producidos por CCHR que se relacionan con la traición de la salud mental. Se publica como un servicio al público y una advertencia.

El abuso sexual por parte de un terapeuta es abuso sexual. La violación por parte de un terapeuta es una violación. Nunca van a constituir una terapia. No obstante, hasta que esto no sea ampliamente reconocido, y los fiscales y jueces traten cada incidente de este tipo como lo que es, los psiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas seguirán siendo una amenaza para cualquier mujer o niño que esté recibiendo terapia de salud mental.

Sinceramente,


Jan Eastgate
Presidenta
de la Comisión de Ciudadanos
por los Derechos Humanos Internacional

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